SOBRESALIENTE MUSICALIDAD DE CEPEDA: por Agustín Achúcarro, diario «El Mundo» jueves 27 de septiembre de 2012

Miriam Cepeda, organista

Miriam Cepeda, organista

El ciclo de órgano «Ferias de Valladolid» de la Asociación Manuel Marín vivió un día muy especial con el concierto dado por Miriam Cepeda en la vallisoletana iglesia de San Andrés. La organista demostró algo de lo que había avanzado previamente, como era su capacidad para adaptarse a órganos pequeños y sacarles su máximo rendimiento.
De hecho, de estas características es el órgano de la Basílica de Santa María de Begoña en Bilbao, del que Miriam Cepeda es organista titular. Y en este factor radicó el alto nivel de este recital, unido a una musicalidad sobresaliente y una digitación variada y segura de la intérprete, que le sirvió para sacarle el máximo partido a los diferentes registros del órgano.
Quiso Miriam Cepeda confeccionar en Valladolid un programa de autores significativos, que representaran estilos compositivos diferentes, provenientes de distinas escuelas.
Comenzó por la Toccata prima de Frescobaldi, ejemplar en la precisión y la agilidad que le dio la organista. Siguió con Cabanilles, para dejar así constancia de que estamos en el año del aniversario de su muerte, y entre el Pasacalles II y la Corrente italiana salieron a relucir delicadas sonoridades, efectos admirables y un carácter bailable en la última de las obras. Con la Toccata Sexta de Muffat la intérprete incidió en una sonoridad pujante, plena de virtuosismo, que combinó con pasajes de recogimiento.
Con respecto a The Bells, de Byrd, Cepeda había subrayado el componente diferente de esta obra frente a las otras, basado en el continuo repiqueteo de campanas, de indudable fuerza tímbrica, aunque a veces quizá pidieran algo de contraste en contraposición a los ostinati. La Toccata II de Froberger puso a la intérprete frente a una partitura de compleja estructura, que resolvió con un sonido nítido, que no emborronó en ningún momento. La Sonata de Clarines de Soler sirvió a Cepeda  para controlar técnicamente la inusitada rapidez de la melodía, sin que perdiera sentido o se descuadrara.
Un recital para la Asociación Manuel Marín que la organista Miriam Cepeda finalizó interpretando la Chacona de Fisher, en respuesta a los aplausos del público. Agustín Achúcarro. «El Mundo. Diario de Valladolid». Días de música.  Jueves, 27 de septiembre de 2012. p. 13

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