
Carlos Estébanez, compositor, y Juan de la Rubia, organista
Juan de la Rubia, órgano. Obras: Araujo, Cabezón, Bruna, Centeno, Nebra, de la Rubia. Lugar: Iglesia de los Santos Juanes de Nava del Rey (Valladolid). Concierto de inauguración de la restauración del órgano. 17 de julio de 2015.
Nava del Rey, Villa desde 1560 en que Felipe II la eximió de jurisdicción medinense, y Ciudad desde 1877 en que Alfonso XII le otorgó ese título, ha añadido un elemento más a su rico patrimonio histórico, pues ha recobrado voz el órgano que en 1718, instaló Joseph de Alsúa en el lado del Evangelio del coro alto de su hermosa Parroquia de los Santos Juanes, restaurado con primor por Joaquín Lois en su taller de Tordesillas, con el soporte económico de la Diputación de Valladolid, y control técnico del Aula de Música de la UVa y Arzobispado. Sus dos teclados de octava corta, sus 29 registros, contras y timbales, fueron puestos en manos del valenciano Juan de la Rubia que, cual organística piedra filosofal convierte en oro cuanto toca, como demostró en la obra de encargo «Ioannes 463» del navarro-burgalés Javier Centeno, titular de Expresión musical en la Facultad de Humanidades de la UBU, por la que es Doctor; de sencilla construcción, describe tres hitos en la vida del órgano navarrés: «Nava del Rey, 1718» alude al estreno inicial en alegre y descubridora invención; «Abandono», quizá lo más inspirado, de tratamiento dodecafónico para la desafinación y ruina en que el desuso le fue sumiendo; y «Renacimiento, 2015» en este brillante reestreno con lugar para improvisación del intérprete, como haría el primitivo organista. Virtudes que Lois ha dado al instrumento: espectacular lengüetería, sonidos limpios y nobles en equilibrio lo restaurado con lo reconstruído (463 nuevos tubos, aludidos en el título de la pieza estrenada), que fueron explotados por de la Rubia con increíble imaginación en las múltiples combinaciones y planos sonoros que establece, servidos con pulso y dominio de tempi, ritmo y dinámica exquisitos. Así transcurrió su labor desde la inicial «Batalla de VI Tono» del braguense Pedro de Araujo con la que mostró la personalidad del Alsúa, pasando por una increíble versión del «Tiento de medio registro y al medio de dos tiples» de Bruna, la elegante «Marizápalos» o la gracia de su inventada Sonata con las 3 piezas de Nebra, para despedir la inauguración con «Improvisación sobre Himno de la Semana Santa de Valladolid» de Carlos Estébanez, cuyas 5 frases de 7 notas del emotivo tema, fueron tratadas, enriquecidas y exaltadas por el organista de manera prodigiosa, ganándose a promotores y al público que abarrotó el Templo. Un día a recordar.
– José María Morate. «El Norte de Castilla». Domingo 19 de julio de 2015 –